Pequeño, te escribo estas letras que nunca llegarás a leer y ahogo estas
palabras que no te podré decir.
La noticia de tu existencia me llenó de tantas dudas y de tanto temor
que desestabilizó mi rutina entera pero sin querer, te convertiste en el motivo
de mi alegría y mis ganas de vivir. Ocupaste el vacío que dejaron al salir de
mi casa sin mirar atrás y volviste a recomponer cada pedazo de mi corazón.
Imaginé desvelos, la textura de tu piel, el color de tus ojos y el tono de tu voz en esos momentos en los que
la soledad invadía mis noches hasta que
una simple señal tuya me hacía la mujer más feliz del mundo.
Un hombre pudo romper mis sueños al mismo tiempo que me dejó el regalo
más valioso; disfrutarte hubiese sido hermoso aunque preferiste ser mi secreto mayor guardado.
Pequeño, decidiste marchar demasiado pronto, convirtiendo mi alegría en
la mayor tristeza y echándote de menos cada segundo sin haberte siquiera
llegado a tener.
Me enseñaste que es posible amar más allá de la propia existencia y cómo
algo tan pequeño puede convertirse en lo más grande, porque fuiste, eres y
serás el proyecto más bonito que he podido realizar… Aaron.