miércoles, 20 de noviembre de 2013

suena a despedida.

Recuerdo la temperatura de aquella tarde de verano de hace más de una década, el olor a sequedad en los campos tan característico de las calles del pueblo, tu sonrisa de niño, los juegos y risas pícaras que cesaron de repente. Imágenes que han permanecido dormidas en mí durante tantos y tantos años y que volvían a mi memoria pronunciando tu nombre aún cuando creía que en otros brazos tenía la felicidad plena.
Tal vez fue el desengaño el que hizo que creyese en el destino y lo confundiese con la casualidad el día que volviste a cruzarte en mi camino.
De nuevo fue el estío el que te acercó a mí y cambiamos el olor a heno por tu perfume grabado en mi piel, las calles del pueblo por el asfalto de la ciudad y las bicicletas por los coches pero seguíamos manteniendo la misma mirada que antaño.
Bebimos de la misma copa, reímos de las mismas bromas y por momentos nos convertimos en una misma persona. 
Me hiciste recordar para olvidar; recordar todos los años que pasé pensando en ti y me hiciste olvidar toda la mala época que pasé hasta llegar de nuevo a tu lado.
Ha sido demasiado bonito para ser verdad, la vida es demasiado dura para dejármelo fácil y no podía ponerte de nuevo frente a mi para que tú quisieras quedarte.
Sigue tu camino que yo, por ahora, seguiré pensando en ti.