miércoles, 30 de abril de 2014

Querido amigo...

Querido amigo que volviste al presente desde  aquel pasado donde dejamos historias que no se llegaron a cerrar.

El ayer, querido amigo, me trae miles de imágenes que se amontonan en mi cabeza al volver a aquella época en la que tú y yo éramos una única persona, cuando una simple mirada desplazaba a cualquier conversación o un abrazo era mucho más que un símbolo de afecto. Allí donde la complicidad era tal, que nadie más que nosotros podría entenderla porque había un sentimiento tan fuerte que hasta respirar se tornaba difícil si el otro no estaba cerca. Y es que, conocerse tanto realmente es hermoso.

El ayer, querido amigo, tiene tantos aciertos como errores, tantas luchas como derrotas, tantos sueños rotos como metas cumplidas y tanto amor como odio que nos dejó el legado más valioso, la experiencia.

El hoy, querido amigo, supone una nueva encrucijada en la que tomamos rumbos contrarios pues dicen que tras la tempestad llega la calma, que el tiempo todo lo cura y lo pone en su lugar y que, aunque agua pasada no mueve molinos, donde hubo fuego, cenizas quedan.

El hoy, querido amigo, implica vivir como jamás antes lo hice, amar diferente pero con la misma intensidad, visitar lugares que siempre quise, descubrir nuevas personas y aficiones y aprender cada mañana que soy la verdadera dueña de mi destino y dejando que la nueva rutina entierre las lágrimas para dar paso a las sonrisas.


El mañana, querido amigo, se antoja con la ilusión de seguir consiguiendo aquello que desde hace años deseamos cuando, por error o tal vez acierto, decidimos unir y separar nuestros caminos. 

El mañana, querido amigo es mirar atrás y comprobar cómo edificamos sobre las ruinas del edificio anterior y creamos fuego donde había cenizas.