martes, 30 de septiembre de 2014

Buenos días princesa.

Un beso en la mejilla, un abrazo sin motivo, una rosa inesperada, un “buenos días princesa”, una palabra al oído y unas cuantas mariposas comienzan a revolotear con cada botella de vino que de descorcha ante nosotros.
Los planes se tornan interesantes si son en común y el ahora se convierte en un posible mañana dejando que el otoño tenga otro brillo menos triste que los anteriores.
El corazón que late, que vuelve a latir con fuerza e intensidad sin dejar de temblar por el miedo a volver a ser dañado pero que siente más ganas que nunca de arriesgar y seguir avanzando.

La necesidad de tal compañía hace saltar las alarmas que anuncian que, pase lo que pase, desde este verano todo ha vuelto a cambiar para no ser nunca igual.

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